Carrie y Mr. Big

siempre hay tiempo para volver hablar de Sex and the City

Durante sus muchos años de intermitente relación, Carrie y Big compartieron momentos de felicidad tan profundos como sus dramas. Cada determinado tiempo se volvían a ver, se disfrutaban, luego inevitablemente se hacían daño y se separaban convencidos de que ya había sido suficiente; pero por más veces que pusieron tiempo y distancia entre ellos, siempre se reencontraban. No eran capaces de estar juntos, tampoco de estar con alguien más, pues ambos sabotearon las relaciones que les ofrecieron la estabilidad que no encontraban el uno en el otro (Big con Natasha, Carrie con Aidan).

Este patrón de romance-crisis-romance no es mera ficción televisiva, sino que está presente en las relaciones de cualquier hijo de vecino. Después de determinado tiempo, la mayoría de las parejas llega a un punto en el que por una u otra razón la convivencia se vuelve insostenible, por ello, si deciden seguir juntos, es necesario hacer cambios, restablecer acuerdos, ponerle punto final a lo vivido y empezar otro capítulo. Lo delicado de esto es que cuando algo nos lastima y luego lo perdonamos, se establece un nuevo límite de tolerancia, es decir que en lo sucesivo, para que una circunstancia vuelva a amenazar la estabilidad de la relación necesita ser más intensa que la anterior, de manera que entre más firme se hace nuestro aguante, más estamos dispuestos a seguir aguantando; por ejemplo, para la película de Sex and the city, tuvieron que poner a esta pareja en un conflicto que rebasara los que vivieron durante las seis temporadas de la serie ¿Cuál fue? Qué Big (casi) dejara a Carrie plantada en el altar.

Si bien las diferencias de pareja no se pueden evitar, sí podemos elegir su profundidad y dimensión. Supongo que es posible que se reduzcan a “¿Por qué camino nos vamos?” sin necesidad de que antes se haya tenido que andar sobre vidrios, carbón ardiente y pantanos. En las paredes del cuarto que rentaba cuando escribí esto había una frase, creo que de Walter Riso, que yo no rayé pero decidí dejar, dice: “¿Hasta dónde amar? El límite lo definen tu integridad, tu dignidad y tu felicidad?” Y esta medida parece sensata, sólo que a veces es difícil encontrar el límite cuando una, como Carrie, es de las que confunde la adrenalina de bailar al borde de la cornisa, en tacones, con genuina felicidad.

 

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