Sobre el final de HIMYM y otras cosas que nunca es tarde para decir

Si estás leyendo estas líneas es porque en algún momento de tu vida te sobró tiempo y ya viste las nueve temporadas de How I met your mother, así que vamos al grano: ¿qué demonios pasó después de la boda de Robin y Barney? O tal vez la pregunta sea: ¿por qué existió una temporada completa dedicada a ese evento? El exceso de humor físico, la decimoquinta despedida entre Ted y Robin, el regreso del Capitán, el infame episodio en versos y muchas otras cosas atroces se habrían evitado si nos hubieran revelado antes que Ted encontraría a la madre de sus hijos, enviudaría y años después volvería a intentarlo con Robin.

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Sabemos que la serie fue planeada así desde un principio, el problema no estriba en la intención, sino en la forma y el proceso. ¿Cuántas veces vimos a Ted renunciar a Robin de formas gradualmente más penosas? ¿Cuántos esfuerzos ridículos hicieron los guionistas por convencernos de que Barney podría vivir en monogamia? ¿Cuántas veces tuvimos que resignarnos a que una mujer como Robin, independiente y comprometida consigo misma, aceptara compartir su vida con alguien con las carencias emocionales de Barney?

Quizá si hubieran sido seis temporadas, ver a Ted del futuro bajo el balcón de Robin habría sido conmovedor, pero tras decenas de capítulos tratando de convencerlo de que la dejara ir, solo se logró que la trama y el desenlace perdieran integridad.  Para la novena temporada, los productores de la serie usaron el recurso de narrar un fin de semana de historia en veintitantos episodios; el inconveniente fue que para ese entonces ya no les quedaba mucho que contar y en vez de aprovechar esos episodios de sobra para darle coherencia al final, optaron por resolver la historia en los últimos dos episodios, demostrando así que la novena temporada fue una pérdida de tiempo para ambos lados de la pantalla.

DoppelgängerS LITERARIOS

Hay quien piensa que el final de HIMYM es una evocación a El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez. El hecho de que Ted Mosby esté leyendo esa novela minutos antes de conocer a Tracy, hace parecer que la suposición es más que una fan theory. Siguiendo esta lógica, Robin sería Fermina Daza, Barney el Dr. Juvenal y Ted el persistente  -por no decir aferrado- Florentino Ariza.

La idea del amor que sabe esperar a que pasen otros amores podría ser atinada, de no ser porque tuvimos la oportunidad de ver crecer a los personajes en direcciones distintas a las que se les obligó a volver. Tanto la recién descubierta capacidad de Barney para tratar a la mujer como compañera de vida y no como objeto, y  la  disposición de Robin para  abrirse al compromiso se desvanecieron en los primeros dos minutos del último episodio.

El desenlace de la serie no solo desechó los esfuerzos por madurar de sus personajes, también los condenó a vivir así gran parte de su vida. Robin se alejó de todos para convertirse en la famosa reportera que se propuso ser, pero el precio del éxito fue su felicidad.  Por su parte, Barney volvió a ser el macho cretino que persigue veinteañeras. La única mujer por la que se ve dispuesto a sentar cabeza es su hija, o sea, una mujer que al llevar sus genes fue la primera que consideró digna de ser tratada como persona.

Si alguien duda de que hay machismo en esta historia, basta con recalcar que mientras Ted salió con cerca de treinta mujeres en su época de soltero, Tracy, la madre de sus hijos, le guardó respetuoso luto a su ex novio muerto. En resumen, Ted formó una familia con la casivirgen; en contraste,  el matrimonio de Robin -la mujer libre-  fracasó, se alejó de sus amigos y pasó su madurez perseguida por los fantasmas de lo que dejó ir.

TIMING AND CHEMESTRY

Después de todo el drama dentro del  triángulo amoroso Ted-Robin-Barney, el único esfuerzo que se vio recompensado fue el que hizo Ted al cerrar su ciclo eterno con Robin para permitirse formar una familia con alguien que quería lo mismo que él. Si lo pensamos así, Ted Mosby tuvo dos finales felices: Su vida con Tracy y su regreso a Robin después de que ambos consiguieron lo que querían de la vida.  Aunque ese fortuito devenir podría parecer demasiado ficticio, quizá es lo que más se asemeja a la realidad.

Nada es para siempre, ni la pasión, ni el olvido. Así como un día amamos con devoción a una persona, años después sentimos por ella un amor filial, platónico o solo un  silencioso deseo de que sea feliz con y cómo sea. El amor puede variar de forma, puede ser un corno francés que solo robado es nuestro o un paraguas amarillo que el destino reservó para nosotros; pero el amor siempre sigue su curso, fluye hasta que algún día dos personas sienten lo mismo al mismo tiempo, o como diría Robin, hasta que Timing and chemestry se encuentren, ya sea por dos temporadas o por una vida.

 

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