¿Es que acaso los finales “felices por siempre” se logran en instantes de pasión y arrepentimiento, y no con amor constante?
¿Quién no recuerda con cariño a esas cuatro fabulosas neoyorquinas que tanto nos enseñaron sobre las relaciones, la amistad y el sexo? Para muchos, Carrie, Miranda, Charlotte y a la entrañable Samantha llegaron a convertirse en amigas cercanas y guías en el sendero de la adultez. Por años seguimos sus aventuras de solteras, las vimos madurar, fracasar, caer, levantarse (como Carrie en aquella fatídica pasarela), volver a caer (como Carrie cada vez que veía a Big), y encontrar el amor después de salir con algunos hombres decentes y una gran cantidad de patanes.
Inevitablemente la serie llegó a su fin, mostrándonos a dónde dirigieron su vida nuestras adoradas chicas (a partir de este momento el texto está lleno de spoilers). En resumen, Charlotte se casó con el calvo, peludo y nada atractivo, pero incondicional, Harry, quien demostró que era capaz de todo con tal de darle a Char la vida que deseaba. Miranda terminó por aceptar su amor por Steve. Después de años de resistencia, al fin vimos a ésta firme, independiente -y un poco necia- mujer abrir sus brazos y corazón al adorable cantinero que desde siempre supimos que era el indicado. Samantha, aparentemente, sentó cabeza con el guapísimo Smith Jarrod; y Carrie, después de un breve, intenso y tormentoso romance con un artista ruso por el que abandonó Nueva York y se mudó a París; dejó todo -otra vez- para regresar a su amada ciudad en compañía del tan odiado como querido Mr. Big. Y es precisamente esta parte del final la que no termina de convencerme.
Después de incontables veces que Carrie fue defrauda por Big, de repente él descubre que sí la ama, milagrosamente transforma su patrón anticompromiso y se lanza tras ella como nunca antes quiso hacerlo, para terminar juntos en un encuentro que, aunque románticamente épico, dista mucho de ser justo y sobre todo, realista. ¿Dónde quedó todo su pasado? ¿Qué hicieron para olvidar la infinidad de veces que se lastimaron? ¿Es que acaso los finales “felices por siempre” se logran en instantes de pasión y arrepentimiento, y no con amor constante?
Una serie que se caracterizó por su cinismo y su manera audaz y atrevida de romper los paradigmas del amor, la feminidad y el sexo, eligió un cierre cursi y fantasioso que le envía un peligroso mensaje a la audiencia: “no pierdas la esperanza, porque esa persona que se resiste a comprometerse, que ignora tus esfuerzos por acercarte y no duda en herirte… algún día cambiará. Quizá ocurra cuando se canse de recorrer tantas faldas o cuando empiece a sentirse viejo pero, tarde o temprano, aceptará que siempre fuiste tú, la incondicional, la mujer de su vida”. Pues, no, no, no, no, no, no… me niego a creer que todos los Big del mundo cambian, porque, sencillamente, hay personas que pueden ser una mejor versión de sí mismas, pero nunca serán diferentes.
Carrie no necesitaba que Big la salvara del odioso ruso Aleksandr Petrovsky. ¿Qué ella no era la suficientemente inteligente para decir, “ok, este hombre no me conviene, me alejaré de él”? ¿No podía regresar a Nueva York por su propio pie o seguir con su vida en París y darse la oportunidad de conocer algún francés que sí la valorara? No acepto que Carrie (y el resto de las chicas) forzosamente tuvieran que terminar su historia en pareja, ¿por qué no pudieron seguir tal como eran, mujeres completas que no necesitaban buscar en otro la felicidad y el amor que ya habían encontrado en ellas mismas?
Si algo me enseñó Carrie -antes de que los guionistas edulcoraran su esencia-, es que las parejas no son para completarnos, sino para compartir experiencias, aprender juntos y permitirnos dar y recibir el tipo de amor que merecemos; o en palabras de la señorita Bradshaw: “Al final, la relación más emocionante, difícil y significativa de todas es la que tienes contigo misma. Y si encuentras a alguien que te ame como tú quieres… Bueno, ¡eso ya es fabuloso!”.
Vengo de algo así como Bradshaw-Mr. Big desde hace 3 años. Y tienes tanta razón en que las heridas no sanan, solo se ocultan por momentos maravillosos (y efímeros), pero la esencia del que no se quiere comprometer es esa, de no valorar lo que tiene hasta que lo pierde pero, y si el destino le cumple a una el sueño? No se vale? O de planísimo las que luchamos por conseguir al complicado o difícil nunca lo lograremos? Btw, me fascinó tu artículo. SATC es mi serie favorita de todos los tiempos. Al final, todo lo resumo, cuando quiero mandar a la mierda a “ese cabrón”, mi versión de Mr Big es la frase épica de Samantha Jones: “I love you, but I love me more”, cuando le devuelve el anillo a Smith.
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A Carrie el destino se la cumplió (lo cual es improbable pero no imposible) sin embargo, el que en la película Mr.Big la haya dejado en el altar sólo porque no le contestó el teléfono es lo más realista de Sex And The City en el cine, el señor no cambió, solo la dejó caer desde más alto y una vez que la perdió de nuevo trata de recuperarla. Quizá hay relaciones que funcionen así, con estiras y aflojas perpetuos, pero al final el precio suele ser más alto que el valor de la relación. Muchas gracias por pasar a leer y comentar, y sí, siempre que tengas dudas de tu Mr.Big recuerda esas sabias palabras de Samantha 🙂 ❤
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